La presencia en la Biblioteca Vercors de Le Mans Université de dos fondos patrimoniales que contienen la obra de dos poetas argentinos del siglo XX, Alejandra Pizarnik y Juan Gelman, es el punto de partida de varias actividades que tendrán lugar a finales de 2019: una exposición en la biblioteca universitaria y una jornada de estudios serán los acontecimientos más importantes. Nuestra meta es hacer conocer estos dos fondos y permitir a investigadores de Francia y de Europa la consulta de documentos desparramados o inexistentes en otras bibliotecas. El único fondo realmente importante que contiene la obra de Alejandra Pizarnik se encuentra en Princeton University; los manuscritos de esta autora ya no se encuentran en la Argentina.
Por otra parte, convendría establecer una relación con otra poeta original, María Elena Walsh, cuya obra revolucionó la literatura infantil argentina, pero cuya recepción es más amplia. Documentos provenientes de una colección privada estarán a disposición de la biblioteca durante la exposición.
Alejandra Pizarnik, Juan Gelman y María Elena Walsh, los tres nacidos alrededor de 1930, atravesaron un período particularmente conflictivo de su país y produjeron su obra en la segunda parte del siglo XX. Su actitud frente a la cuestión social no ha sido la misma y eso se refleja de manera clara en su percepción de la infancia. Por esta razón, la problemática de la infancia puede ser una vía de acceso a su creación.
Juan Gelman ha sido desde el comienzo un escritor comprometido y se verifica desde su primer libro de poemas, Violín y otras cuestiones, 1956, una sensibilidad particular en relación con el niño que se transforma a menudo en víctima de un mundo injusto. El poema “Mujer encinta” evoca el futuro del recién nacido en un mundo difícil y asesino (“ Están los hombres entre guerra y muerte”); también se habla de la infancia en “Niños. Corea 1952”, estos niños confrontados a la guerra aparecen en torno a una nana sombría y trágica; y “Zapatitos” evoca las únicas huellas de unos chicos muertos que subsisten en un campo de concentración cerca de Varsovia. Juan Gelman se siente solidario de los demás en un mundo particularmente amplio. Más tarde, la dictadura militar más sanguinaria de la historia argentina, cuyas consecuencias fueron terribles para la familia de Gelman, llevó a este poeta a evocar la cuestión de los niños desaparecidos.
En otro registro, Alejandra Pizarnik nunca abandonó el recuerdo de la infancia. Habría que examinar la tesis de Florinda Goldberg y aplicarla a textos variados. Según la investigadora israelí, la infancia es para Pizarnik el lugar de la plenitud natural (“el espléndido palacio de papel de las peregrinaciones infantiles”). Ello está presente desde los primeros libros de la autora, uno de los cuales lleva el título siguiente: La última inocencia, 1956. Se trata de su manera de ver la entrada en la vida adulta, a partir de la experiencia analítica con León Ostrov. El mundo de la infancia, las muñecas, los jardines abiertos a los juegos pueden sin embargo transformarse luego en espacios del infierno. Lo social no parece estar allí, al menos de modo evidente, y sin embargo...
Muy distinta es la actitud de María Elena Walsh. Su poesía está en relación con el juego: el disparate la habita. Esta escritora va a inaugurar una literatura abierta y libre que se convertirá en canción, espectáculo, terreno lúdico. Su destinatario será a menudo el niño, pero no únicamente. Y esto no le impedirá tomar la palabra en momentos trágicos como lo hace a través de su texto “Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes”, que le valió la prohibición de sus canciones en el espacio público y la imposibilidad de expresarse en los medios audiovisuales. Este texto compara a su país con un enorme jardín de infantes en el que nadie tiene derecho a la palabra, en el que todo parece prohibido y peligroso. Uno de sus textos de literatura infantil, “En el país de Nomeacuerdo”, se fue transformando en un poema simbólico de gran importancia para los resistentes. Transformado en canción, este texto sirvió de melodía a la película La historia oficial de Luis Puenzo.
Este breve coloquio desea hacer dialogar entre sí a estos tres autores y permitirnos explorar una realidad determinada a través del prisma de la infancia, ángulo de recepción paricularmente valioso. Hablar del niño es una manera de hablar del mundo, evocar la creación particular de cada ser y de su ingreso en el universo social. Hablar del niño significa para cada poeta una manera privilegiada de hablar de sí mismo siendo al mismo tiempo el otro, aquel que ha permanecido en el pasado. Son estos unos temas fecundos que nos proponemos explorar a través de intercambios entre colegas investigadores. Infancias en movimiento y diálogo, lo que evoca uno de los ejes del centro de investigación 3L.AM de las universidades de Angers y Le Mans: Culturas juveniles en movimiento: prácticas, producción, recepción.
Comité de Organización: Fernando Copello, Marina Letourneur y Lucie Valverde.
Comité Científico Internacional: Raúl Caplán (Université de Grenoble, Francia), Vicente Cervera Salinas (Universidad de Murcia, España), Guillermo Gasió (Fundación María Elena Walsh, Argentina), Florinda Goldberg (Hebrew University of Jerusalem, Israel), Andrea Ostrov (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Federica Rocco (Università degli Studi di Udine, Italia).